Me acuerdo
Tanto “no me acuerdo, pero no es cierto…” me acordé de algo que es cierto y que, por cierto, si me acuerdo…
1996. En el viaje de estudios hicimos una curiosa parada… El Hotel Arica, en Arica. Dos buses llenos de nosotros, paró en la entrada del mejor hotel que visité durante esos días, y creo que el mejor que he visitado nunca (he estado en varios, con bastante mas menguados presupuestos). Miss Roma (ahora que lo escribo y lo leo parece que fuera una de las candidatas italianas a un certamen de belleza, pero no: era la profe de deporte y miss su apelativo de colegio británico), bueno Miss Roma nos junta a todos afuera del hotel, después de horas de viaje, ganas de ducharse y de salir pronto a la disco mas cercana, y nos dice que tenemos que estar lo mas silenciosos posible y portarnos bien… Que hay una visita importante en el hotel a quien no podemos molestar: el mismísimo general Pinochet. ¿Ahora que hacemos, digo yo? Debo aclarar que nunca me he caracterizado por tener ánimos terroristas, así que un poco contrariada decidí seguir con la onda de estemos callados y salgamos luego a la disco, no vaya a ser cosa que efectivamente nos toque ver y saludar a este señor, quizás hasta nos hubieran echo cantar la canción nacional.
Bueno no me acuerdo de todos los detalles…El único que a mí, con mis seudo rebeldes amigas nos asignaron habitación en el mismo piso que el caballero. Y cada uno siguió con su vida digna de viaje de estudios de colegio cuico en hotel pituco. Hasta que, para sorpresa mía, salgo de la pieza rumbo al comedor y encuentro bloqueado el paso a la escalera, por Pinochet y algunos uniformados en pleno acto de homenaje, haciéndole un regalo, diciendo algunas palabras y juraría que vi lágrimas de emoción caer de sus ojos. Todo esto lo vi a través de la puerta de vidrio sin entender un carajo. Como no le habían conseguido un saloncito para esta extraña ceremonia íntima, algún espacio más digno que el descanso mismo de la escalera, más encima cerrándome el paso a un rico desayuno. Ok, media vuelta y de vuelta a la pieza por un par de minutos.
Esta situación, corta pero extraña, pasó y pude ir a desayunar.
Mas tarde, conversando, mirando el techo, algo estaba haciendo en el lobby cuando por la escalera baja el general. En ese momento fue que varios de mis compañeros se acercaron a saludarlo, hasta a sacarse fotos (¿alguien las tendrá todavía?¿Las mostrarán?). Yo estaba cerca…Al lado la verdad…Claramente NO iba a acercarme a saludarlo y muchísimo menos a sacarme una foto, pero me encontraba dentro del radio donde él voluntariamente iba a saludar con cara de abuelo chocho. Ahí fue cuando tuvo ocasión mi gran acto de desaire y mala educación: se acercó como un metro a mi y me di media vuelta y me fui…Lo dejé con la mano estirada (eso es lo que me gusta pensar!).